Espera

De esas veces en las que atravesaba lo sensible, y parecía que podía dibujar tu nombre en el aire con un silbido para después acariciarlo con las yemas de mis dedos. De cuando contaba los segundos que tardaba la nube perezosa de las siete y cuarto en desaparecer tras la esquina más remota del marco de mi ventana, y por mis cascos se desvanecían vocales ralladas de tanto escucharlas, esperando a que el cuarto fuera y veinte, y el veinte, tantas veces, se convertía en mañana.

De cuando mis ojos buscaban ansiosos tu rastro tras cada esquina y la agonía y el desasosiego se apoderaban de mí cada vez que mi empresa resultaba infructuosa. De cada lágrima que ensarté en el hilo de los días, de los meses, hasta que el collar pesó tanto que se calló estrepitósamente conta el suelo y los pedazos saltaron en todas direciones, golpeando cada una de las letras que coloqué sin mucho sentido aquí y allá, y que creo que nunca llegaron a penetrarte lo suficiente. De cuando lo justo es poco, y lo demás, como decía Mecano, está de más, y el conformismo hace acto de presencia con chaqué y chistera, hace una reverencia, y se acomoda entre nosotros, no sin antes deleitarnos con la más encantadora de las sonrisas.

                                    chema-madozagujaagua1

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